¿No os aburre que las marcas utilicen un diseño idéntico en varios modelos?

Mercedes, como muchas otras marcas de automóviles, está apostando por mantener una clara identidad de marca en todos sus productos. Ya no solo en el frontal de su carrocería, ni tampoco en todo el exterior, sino también en el habitáculo. Gracias a la imagen teaser que vemos en la cabecera de este artículo, la marca alemana nos confirma que el diseño del salpicadero del próximo Mercedes GLE será similar al de los últimos lanzamientos.

Aunque aún quedan varios meses para que veamos la nueva generación del Mercedes GLE por las calles -probablemente no lo hará hasta el próximo año 2019- la marca nos ha querido dejar claro que en su habitáculo disfrutaremos de la famosa doble pantalla gemela; prácticamente como si estuvieran unidas. El caso es que, ¿no os aburrís de que las marcas calquen sus propios diseños en todas sus gamas?

Que el próximo Mercedes GLE, el SUV para el segmento E de la marca de la estrella, apueste por esta configuración del salpicadero no era nada de extrañar. Los últimos Clase S, Clase E y Clase G ya lo utilizan, incluso el recién presentado Clase A, el modelo compacto, también lo ha heredado. Alta calidad, fluidez y un diseño muy tecnológico hacen que Mercedes no se lo piense a la hora de introducirlo en cada nuevo modelo.

A priori, puede parecer una buena idea. De hecho, si Mercedes lo hace, es porque tienen garantías de que el resultado va a ser muy positivo, ayudando a incrementar su volumen de ventas. Sin embargo, y aunque para muchos esto pueda ser algo de nula importancia, pienso que se pierde carácter y personalidad, no a nivel general de la marca, que en ese apartado incrementa, sino por cada producto.

Probablemente el cliente de un Mercedes Clase S me entienda a la perfección y el de un nuevo Mercedes Clase A no comporta mis impresiones. Si adquieres el buque insignia de la marca, buscas, además de un gran confort y calidad, cierta exclusividad. Tu coche vale más de 100.000 euros, y está claro que el modelo compacto no va a tener los lujos y calidades del Clase S, pero el diseño interior es muy similar, lo que igual no hace demasiada gracia al ejecutivo.

Eso ocurre en la imagen del habitáculo, pero si nos vamos al exterior, la cosa no cambia demasiado. En el Mercedes-Benz Clase S, si dejamos a un lado las proporciones, el diseño es prácticamente calcado con los Clase E y Clase C. Esto gustará al cliente del Clase C, pero no creo que ocurra lo mismo con el propietario de la lujosa berlina de representación.

Según el configurador de la marca, el Mercedes Clase C 180 -la versión de acceso- parte de los 38.200 euros, el Clase E 200 d son 51.100 euros y el Mercedes Clase S más asequible roza los 100.000 euros. La diferencia de precio es enorme, pero utilizan exactamente los mismos patrones de diseño, careciendo cada producto (a mi juicio) de personalidad. Como curiosidad, personalmente, para distinguirlos desde lejos me guío por la parrilla y, si no está demasiado lejos, por los faros.

Otros ejemplos, fuera de esta marca, pueden ser también Audi o BMW, que mantiene los mismos rasgos exteriores e interiores en buena parte de sus respectivas gamas. Como decía anteriormente, a nivel de imagen de marca viene francamente, pues es muy fácil de reconocer la marca sea cual sea el modelo, pero cada modelo pierde su esencia, su distinción y su carácter.

Es más que probable que esta estrategia les funcione muy bien a nivel económico, pues aunque los modelos lujosos y caros son los que más beneficios otorgan por unidad comercializada, el grueso de ventas se lo llevan los vehículos más pequeños.

Resumiendo, tal vez puedan perder alguna venta de sus vehículos más lujosos, pero ganan muchísimas en los coches de menor tamaño y precio. Además, al compartir elementos y tecnologías, les es mucho más sencillo amortizar la inversión de producción y, por supuesto, de desarrollo.