La bomba de agua es uno de esos elementos que si dejan de funcionar, pueden dejarte tirado a mitad de camino. Todos tenemos en la cabeza la típica imagen de un coche a un lado de la carretera con el capó abierto, mientras su dueño revisa los niveles sin entender qué pasa.
El testigo de fallo de motor se ha encendido y nuestro protagonista se ha dado cuenta de que el termómetro marca una temperatura muy por encima de lo normal. Como haría cualquier persona con algunos conocimientos sobre coches, lo primero que ha hecho ha sido parar en un lugar seguro, abrir el capó y mirar el nivel de refrigerante. Para su sorpresa, todo está en los niveles adecuados. Todavía no lo sabe, pero en esta ocasión ha sido la bomba de agua.
El sistema de refrigeración de un coche tiene varios elementos y la bomba de agua es uno de los más importantes. Se trata de una turbina que hace circular el refrigerante dentro de todo el circuito. La función más conocida es la de llevar el líquido del emisor de calor, que en este caso es el motor, al encargado de disiparlo, el radiador. Así que de nada sirve tener el refrigerante al máximo si nada lo mueve entre estos dos elementos.
Sin embargo, si profundizamos en su papel en el funcionamiento del motor, esa no es la única misión de la bomba de agua. Cuando éste todavía se está calentando y el termostato ha cortado la corriente hasta el radiador, la bomba de agua solo mueve el refrigerante dentro de un circuito mucho más pequeño. En esta circunstancia, lo que hace es ir repartiendo el calor homogéneamente por todo el bloque del motor, para evitar las dilataciones desiguales que con el tiempo acabarían deformando sus piezas.