Quedan menos de seis meses para que la octava generación del Porsche 911 ocupe uno de los stands del Salón de Los Ángeles. Un momento que muchos esperan con mayor impaciencia que otros modelos de la marca, por muy eléctrico y deportivo que sea el Taycan. ¿Por qué ocurre esto? A parte de lo emblemático que es este modelo que inició su historia en los años 60, lo que atrae las miradas hacia él es el extra de potencia y el arsenal de tecnología que anuncia la marca.
El incremento de CV se va a dejar notar de forma diferente según la versión. La más modesta, el Porsche 911 Carrera aumentará su potencia en alrededor de 20 CV, para llegar hasta los 390 CV. Con las modificaciones pertinentes en el turbo y otras partes del motor el Carrera S pasará de 420 CV hasta los 450 CV, que sumado al descenso de peso de ambas versiones, prometen una mejora notable de las prestaciones. Sin embargo, el plato fuerte viene de la mano del 911 Turbo S.
Con el impulso que están dando algunas marcas como Tesla y su Roadster o Ferrari con el 488 Pista al mundo de las prestaciones, Porsche tiene que hacer los deberes para mantenerse en lo más alto. Por eso el Porsche 911 Turbo S no solo tendrá 20 CV más que la anterior generación para superar los 600 CV, sino que su tracción a las cuatro ruedas tendrá un diseño optimizado para mejorar su rendimiento.
La gestión de la tracción es especialmente importante en estos niveles de potencia junto con el cambio que en la versión automática seguirá siendo PDK. Esta caja de doble embrague con siete velocidades, contará con nuevos desarrollos destinados a mejorar la velocidad de cambio entre marchas. Además aumentará la eficiencia del 911 a través de un sistema de parada y arranque mejorado y un sistema de recuperación de energía en los frenos.